sábado, 4 de febrero de 2017

Filosofía Psicológica


                Cuando haces algo, piénsalo, ¿por qué lo haces realmente? Lo haces para satisfacer tus deseos, tus deseos de placer, aquellos que te hacen sentir bien, la base del hedonismo. En este artículo hablaremos de la relación entre el deseo y la conducta y veremos como filosofía y ciencia cruzan caminos en estos temas.

Hedonismo

                El hedonismo es una doctrina filosófica en la que el placer es el bien supremo de la vida humana y el camino a la felicidad. Aristipo Cirene, discípulo de Sócrates, fue el padre del hedonismo, y este afirmaba que el alma tiene dos lados, uno suave que simboliza el placer y otro áspero que es el dolor, y el placer tiene la finalidad de disminuir el dolor. Hubo dos escuelas clásicas hedonistas:
  •    La escuela cirenaica que seguía las enseñanzas de Cirene, que decía que el deseo personal debe de ser satisfecho de inmediato sin importar los intereses de los demás y que ponía al placer corporal por encima del mental.
  •     Y los Epicúreos o hedonista radicales, que seguían los principios de Epicuro de Samos que se basaba en la tranquilidad y en la ausencia de dolor para una satisfacción, más que en la obtención directa de placer, por eso este tenía un papel más pasivo para Epicuro.



Psicología 

               Estas creencias mantienen relación con el egoísmo psicológico de Jeremy Benthan, que sostiene que toda acción humana está impulsada por intereses propios, más concretamente, con la búsqueda del placer y la evasión del dolor. Aunque a veces parece que la gente hace cosas de forma desinteresada, no es así, en el fondo esa acción le produce algún tipo de placer o satisfacción.

                La doctrina de Cirene también está relacionada con el principio de placer de Sigmund Freud. Este concepto del psicoanálisis dice que el Ello, que es una la parte del psique más básica y antigua donde residen nuestras pulsiones, deseos e instintos; está movido por impulsos puramente hedonistas, satisfacer los deseos personales independientemente de intereses ajenos. Así es que un bebé nace solo con Ello, y es por eso que los bebés son hedonismo puro, viven por y para sus necesidades básicas, si tiene hambre tiene que comer ya, si se está orinando lo hace en el momento. El principio de realidad es el encargado de controlar al principio de placer y adecuar el momento de satisfacer nuestros deseos, a las circunstancias. Si un adulto tiene que ir al baño pero está conduciendo esperará a llegar a un destino y no lo hará en ese mismo instante. Este principio se aloja en el Yo, y este, según Freud, va creciendo a medida que vamos desarrollando nuestra personalidad, a consecuencia de influencias del ambiente. El Yo es el ente psíquico que regula al Ello, porque si vivimos solo para el placer, sería imposible nuestra supervivencia. Así pues, se podría decir que el principio de placer que se aloja en el Ello, es el principio irracional, de instinto animal, mientras que el principio de placer alojado en el yo, es el racional, el instinto de supervivencia. Estas dos junto con el Superyó son las instancias psíquicas que rigen nuestra forma de pensar y actuar, según la teoría del psicoanálisis de Freud.








FUENTES

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