Desde que empezamos a
estudiar algo de historia en la E.S.O. hasta hoy día oímos hablar de clases
sociales. Parece ser un término muy sencillo y fácil de recordar cuando nos lo
explican por primera vez, “pertenecemos a una clase social a la cual accedemos
de nacimiento y de la que es muy difícil salir”. Dicho así parece no tener dificultad
alguna, pero el concepto es muchísimo más profundo de lo que aparenta ser a
priori.
En la actualidad la gran
mayoría de personas cree tener claro que son las clases sociales e incluso a cuál
pertenecen, surgiendo así una división: la clase alta (los ricos), la clase
media y la clase baja (los pobres). La mayoría de la población se cataloga como
perteneciente a las clases
medias, tomando como
característica fundamental el nivel de renta del individuo, independientemente
del origen de tal renta o de la relación que tenga con los medios que producen
esas rentas. Se incluyen así en estas clases medias un amplio abanico de
rentas, que van desde los que son casi ricos a los que son casi pobres,
abarcando de esta manera a la gran mayoría de la población. La
identificación de la población con la clase media quiere decir que la mayoría
de la población no se consideran ni ricos ni pobres, con lo cual carece de
relevancia.
El verdadero significado de clase social, y que muy
pocos conocen realmente, se ve regido por tres conceptos: Capitalismo, mercado y derecho. La mezcla de estos términos conformará
solo dos clases sociales; la burguesía y el proletariado. En la teoría marxista, el proletariado es aquella clase social que
no tiene la propiedad de nada que no sea su prole, como su propio nombre
indica. Por lo tanto, la única fuente de ingresos para los proletarios es vender
a un burgués su fuerza de trabajo, siendo
el conjunto de las facultades físicas y
mentales que existen en un ser humano y que él pone en movimiento cuando
produce valores de uso de cualquier tipo. La fuerza de trabajo se
manifiesta tan solo en el trabajo
y gasta una cantidad de energía, por lo que los burgueses deben reponer a los humanos
si no quieren que su fuerza de trabajo se vea mermada. Los trabajadores de fábricas desean que sus sueldos
y condiciones laborales sean tan buenas como sea posible mientras que los empresarios
desean el mínimo de costo para ellos (salarios bajos y condiciones pésimas). Según
Marx, esta contradicción es la causa principal de la lucha entre clases y, a su
vez, el motor de la historia. Antiguamente el artesano preindustrial tenía
control total sobre su trabajo, pero con la aparición de la industria se empezó
a promover la productividad y el plusvalor
(el valor que el trabajador
asalariado crea por encima del valor de su fuerza de trabajo) frente a cualquier otra cosa, el valor del
trabajador reside solamente en su producto, y es que igual que en
la religión el hombre es dominado por el producto de su propia cabeza, en la
producción capitalista lo es por el producto de su propia mano.
Todo lo mencionado se
aplica a la realidad y se puede resumir en una palabra, explotación. La explotación del trabajador asalariado es la esencia
de la sociedad capitalista y todos los asalariados padecen en mayor o menor
medida. Es muy triste que cuanto más desarrollada es la productividad del
trabajo colectivo de una sociedad, mayor grado de explotación experimentan sus
trabajadores. La feroz lucha entre los capitalistas por superar y sobrevivir al
competidor impulsa el incremento de la explotación de los trabajadores, al
margen de la buena voluntad o ética de cada empresario individual. Los
capitales se fusionan y concentran, atacando sin límites las condiciones de
vida y laborales de los trabajadores, amenazando con irse a otro país o con
contratar más barato entre los millones de parados sin recursos.
Creo que definitivamente sí existen
las clases sociales y el conflicto entre ellas, y no puedo finalizar sin
mencionar estas palabras de Karl Marx, las cuales reflejan de manera inmejorable
la situación del pasado, presente y ,posiblemente, futuro: “Cuando el trabajo no sea solamente un medio de vida, sino la primera
necesidad vital; cuando, con el desarrollo de los individuos en todos sus
aspectos, crezcan también las fuerzas productivas y corran a chorro lleno los
manantiales de la riqueza colectiva, sólo entonces podrá rebasarse totalmente el
estrecho horizonte del derecho burgués, y la sociedad podrá escribir en sus
banderas: ¡De cada cual, según sus capacidades; a cada cual, según sus
necesidades!“.
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